Gracias a la intervención de los restauradores del ICANH, el daño causado a las esculturas de la vereda de El Purutal, se logró recuperar casi en su totalidad.
Restauración de las esculturas de El Purutal, San Agustín
La persona que causó el daño, cubrió la policromía original de las esculturas de El Purutal, talladas y pintadas, según el concepto de los investigadores, en el siglo VI, con pinturas contemporáneas (esmalte y vinilo), alterando radicalmente sus características originales. El Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH, alarmado por los daños cometidos sobre estos importantes vestigios arqueológicos, decidió llevar a cabo labores de conservación y restauración, con el fin de retirar las capas de pintura aplicadas y recuperar la policromía original de las esculturas identificadas técnicamente con los números 161 y 162 del Alto del Purutal.
Inicialmente se pensó que la intervención había deteriorado irreversiblemente la policromía original, no sólo por la adhesión de las capas de pintura y esmalte, sino porque se temía que el color original hubiese sido previamente raspado o rasguñado con alguna herramienta o cepillo. Afortunadamente, los restauradores y conservadores, que cuentan con conocimientos científicos y técnicos, llevaron a cabo un procedimiento que permitió eliminar las capas de barnices o pinturas superpuestas y conservar las capas de preparación y policromía originales. Esto implicó el uso de solventes orgánicos que no dejan residuos y permiten solubilizar capas pictóricas de manera selectiva y por tanto, resultan aptos para la eliminación de repintes.
La metodología de trabajo inició con el registro fotográfico de las esculturas, el diagnóstico del daño ocasionado, la realización y análisis del test de solventes, su método de aplicación y la escogencia de los productos más adecuados y eficaces para eliminar los diferentes colores aplicados (rojo, amarillo y marrón), sin afectar la capa pictórica original (de colores rojo, amarillo, ocre, negro, blanco y gris propios de pigmentos minerales procedentes de tierras y arcillas de la zona). Una vez realizado el test de solventes, se observó que eran varias las mezclas que permitían eliminar los colores del repinte, y fue satisfactorio comprobar que algunas de éstas ya habían sido utilizadas con éxito por los conservadores del ICANH en los años 2000 y 2005 para limpiar las esculturas. Eran, por tanto, mezclas de solventes que no atentaban contra los colores originales y que podían utilizarse, sin ningún inconveniente, para retirar los colores recientemente aplicados sobre las esculturas en El Purutal.
Las labores de restauración y conservación de las estatuas, se realizaron en Semana Santa y duraron alrededor de una semana. El proceso estuvo a cargo de las restauradoras María Paula Álvarez e Isabel Cristina Quintero y el restaurador Camilo Betancur, quienes encontraron dificultades para retirar las capas de vinilo y esmalte, especialmente en zonas donde la roca presenta mayor textura o presenta un estado de conservación deficiente.
De hecho, zonas como el costado derecho de la escultura No 162 o el tocado de la escultura No 161, que presentan problemas de decohesión de la roca, corrían el riesgo de que algunos granos se desprendieran, razón por la cual el procedimiento no pudo realizarse de manera exhaustiva.
Es así como, una vez finalizado el trabajo, se pudo determinar que si bien el repinte se eliminó en una proporción cercana al 90%, logrando un buen nivel de limpieza, y que en términos generales la policromía original se recuperó, existen pequeñas zonas donde fue imposible retirar el repinte y recuperar la policromía original.
El que se hubiera repintado las esculturas es una acción que atentó gravemente contra la conservación de las esculturas, cuyo efecto es parcialmente irreversible y que debe evitarse a toda costa en el futuro. Es importante mencionar que la protección de las esculturas es competencia de todos, tanto del ICANH como de las autoridades locales, de los activistas y gestores culturales, de los vigías del patrimonio cultural, del dueño del predio y de la comunidad en general.
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