Sin título - Wendy Carrillo

Es Chiripacha, su nombre en quechua significa “rocío de la mañana”. Así como la representa esta imagen, fue mi compañera de caminatas, mi sombra en el monte, una sabia del camino cuando explorábamos juntas las montañas de Minca, corría entre los árboles como si desde siempre perteneciera al mundo del bosque.
En este paseo, ella llegó primero que yo al otro lado del río, se apresuró ladrando con fuerza como diciéndome que todo iría bien. En este momento, el sol se filtraba entre las hojas y su cuerpo blanco brillaba entre lo verdoso del día. Fue uno de los muchos instantes que sentí que mis ojos veían algo sagrado.
Hace un año y medio que partió, pero cada vez que regreso a los árboles donde una vez estuvo, me parece escuchar sus pasos entre los arbustos. Me detengo, miro hacia arriba y casi puedo verla, alerta, firme, cuidando como siempre de mí.
En honor a la guardiana perruna para recordar no como se fue, sino como vivió: libre, valiente, feliz. Porque, aunque ya no esté, sé que su espíritu sigue allí, entre las raíces, los helechos, la brisa que acaricia los árboles. Ella siendo parte del bosque por siempre.
 
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