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“Insistir en la repatriación de bienes arqueológicos es una manera de reivindicar el pasado de nuestros pueblos originarios”

Bogotá, D.C., 28 de agosto de 2025. Del 1 al 5 de septiembre, se presentará el Foro Internacional sobre Restitución y Repatriación de Bienes Culturales, organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional – APC Colombia, el cual tendrá lugar en Bogotá y San Agustín (Huila).

El equipo del Instituto Colombiano de Antropología e Historia – ICANH participará como invitado a diferentes paneles del evento, el cual propone un debate sobre cómo los países del sur global enfrentan las heridas del colonialismo y avanzan en la recuperación de su memoria histórica.

De manera previa al foro, Alhena Caicedo Fernández, directora del ICANH, explica cómo Colombia ha gestionado las repatriaciones de bienes arqueológicos durante el gobierno de Gustavo Petro, cuál ha sido la labor del ICANH con las piezas repatriadas y por qué es importante que los objetos regresen al país.


Felipe Lozano: De 2023 a lo que va de 2025, se han repatriado 930 piezas arqueológicas. ¿Cuál ha sido el proceso para que hayan regresado al país este número de objetos?

Alhena Caicedo Fernández: Primero, es necesario mencionar que la repatriación de las piezas arqueológicas se ha dado gracias al trabajo de la Presidencia de la República, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia – ICANH, la Cancillería, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, y la Fiscalía General de la Nación.

El proceso de repatriación ha implicado varias acciones de las entidades mencionadas. Por un lado, el peritaje de dichos objetos, realizado por el ICANH, permite conocer, entre otros factores, su estado de conservación, la región arqueológica a la que pudo pertenecer, la manera en la que llegó al país donde se encuentra y si pertenecería o no al patrimonio arqueológico de la nación. Por otro lado, es fundamental la labor diplomática entre Colombia y los países donde se encuentran las piezas que retornarán al país. Una vez regresan las piezas arqueológicas al país, el ICANH las recibe, verifica y resguarda para su posterior estudio y divulgación.

Vale la pena mencionar que el presidente Gustavo Petro ha sido un gran aliado en este ejercicio, ya que ha destinado, en varias ocasiones, el avión presidencial y el buque ARC Gloria para traer los bienes arqueológicos al país. Este gesto le ha significado al Estado colombiano asegurar el retorno de los objetos así como una importante reducción de costos de transporte de dichas piezas.

F.L. ¿Cuáles han sido las principales causas para que los bienes arqueológicos hayan salido de Colombia?

A.C.F. Las causas principales han sido el saqueo, la comercialización y la exportación ilícita. Ninguna es una novedad: el saqueo de piezas arqueológicas en el país inició desde el siglo XVI, se extendió y continuó en diferentes regiones de Colombia durante la época colonial y republicana.

Es importante mencionar que la legislación nacional para evitar el saqueo y tráfico ilícito de bienes arqueológicos fue insuficiente en una época, lo cual facilitó la salida de los objetos. Actualmente es mucho más robusta y siempre requiere, para su ejecución, una debida articulación entre diferentes actores, como la Fiscalía, la Policía Nacional, las aduanas y un actor que es fundamental: la ciudadanía.

Uno de los objetivos del gobierno nacional es romper la inercia que ha caracterizado los procesos de repatriación de bienes arqueológicos y combatir las prácticas ilegales relacionadas con su comercio.

F.L. En pocos días, en Bogotá y San Agustín, se llevará a cabo el Foro Internacional sobre Restitución y Repatriación de Bienes Culturales, en el cual estará presente el ICANH. Precisamente, uno de los temas que se abordará es el tráfico ilícito del patrimonio arqueológico, un fenómeno que es una amenaza global. ¿Qué estrategias innovadoras está desarrollando el ICANH para prevenir este tráfico, y cómo puede Colombia influir en los marcos legales internacionales que a menudo favorecen a los países del norte global?

A.C.F. El tráfico ilícito ha sido señalado por la Unesco como una de las actividades criminales más lucrativas. Es un desafío estructural que refleja desigualdades globales e implica una gran cadena de actores.

Para prevenir el tráfico ilícito, desde el ICANH trabajamos por fortalecer la trazabilidad con inventarios digitales, como el catálogo de Cerarco. Además, capacitamos a diferentes comunidades en zonas de todo el territorio nacional, como por ejemplo San Agustín, para actuar como veedores del patrimonio.

Asimismo, como parte del Programa Nacional de Prevención del Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, desde el ICANH aportamos nuestro conocimiento técnico. En conjunto con otras instituciones del Estado pudimos viabilizar alternativas innovadoras para hacer una presencia diplomática estratégica, o aprovechar, desde lo operativo, los viajes del avión presidencial o el buque ARC Gloria para repatriar objetos, demostrando que con voluntad política y trabajo técnico se pueden sortear barreras estructurales.


F.L. ¿Por qué el Estado colombiano ha insistido en que estos bienes sean devueltos al país?

A.C.F. Para el Estado colombiano, insistir en la repatriación de bienes arqueológicos es una manera de reivindicar el pasado de nuestros pueblos originarios y conectar a la ciudadanía con la riqueza patrimonial del país. Significa reconstruir nuestra historia, aquella que se nos ha arrebatado por una de las consecuencias del saqueo y tráfico de bienes arqueológicos: parte de la pérdida de información acerca de quiénes fuimos.

Además, hay piezas arqueológicas y etnológicas que han regresado al país y que son, aún hoy, una parte fundamental de la cosmovisión de comunidades indígenas en Colombia. Por eso, desde el ICANH, hemos adelantado sesiones de trabajo con estas poblaciones para nutrir la información que ya tenemos desde las investigaciones arqueológicas, logrando un encuentro de saberes sumamente enriquecedor.

F.L. A propósito de lo que manifiesta, en mayo de 2025 el ICANH le entregó en tenencia al pueblo Kogui nueve objetos que habían sido sacados de su territorio. ¿Este hecho fue resultado del trabajo entre el ICANH y esta comunidad indígena?

A.C.F. Fue el resultado de varias conversaciones y sesiones de trabajo entre el Instituto Colombiano de Antropología e Historia – ICANH y el pueblo Kogui, en las que se compartieron conocimientos sobre las investigaciones arqueológicas realizadas y el saber propio de las autoridades de la comunidad indígena respecto a los objetos. Estos diálogos permitieron ampliar la información sobre las piezas arqueológicas y crear un protocolo conjunto para su conservación y protección, un hecho sin precedentes en la preservación del patrimonio arqueológico nacional.

F.L. Para el momento de la entrega en tenencia de las piezas al pueblo Kogui, usted manejó el término “rematriación”. ¿Cuál es la diferencia con “repatriación”?

A.C.F. La repatriación tiene que ver con lo que hemos hablado: un proceso diplomático para que las piezas arqueológicas de nuestros pueblos originarios regresen a Colombia para ser estudiadas, conservadas, custodiadas y exhibidas. La rematriación es entregar estas piezas a las comunidades indígenas, entendidas por ellas como objetos sagrados que cumplen una función fundamental en la reparación de su territorio ancestral y sus vínculos espirituales con el mismo. La rematriación es permitir que los objetos retornen a sus raíces vivas, a la Madre Tierra, como parte de una reparación que el Estado colombiano debe brindar a los territorios históricamente afectados y sus habitantes, como la Sierra Nevada de Santa Marta y sus pueblos indígenas.

F.L. ¿Qué retos existen a futuro para el Estado colombiano con la repatriación y rematriación de bienes arqueológicos?

A.C.F. Uno de los retos lo tiene la investigación arqueológica de las piezas repatriadas. Como se sostuvo anteriormente, una de las causas de la salida de estos bienes de Colombia es el saqueo y tráfico ilícito. Estas actividades producen grandes vacíos en el conocimiento sobre el pasado y nuestro devenir histórico, lo cual se convierte en un factor fundamental para sortear en los procesos de investigación científica.

Las piezas que constituyen el patrimonio arqueológico colombiano son únicas e irrepetibles y hacen parte de recursos sociales no renovables. Son testimonios únicos de procesos sociales, en muchos casos inexistentes en la actualidad. En este punto, es importante señalar que, pese a que en numerosas ocasiones desconocemos el contexto arqueológico de los objetos (es decir el sitio y las condiciones en que fueron localizadas), estos proporcionan datos relevantes para la reconstrucción del pasado del actual territorio nacional y son un componente fundamental de la identidad nacional.

Con el regreso de estos bienes a Colombia, se contribuye a la identificación, protección y recuperación del patrimonio cultural del país que es de todos los colombianos, materializado en piezas únicas de los diferentes grupos que habitaron nuestro territorio en tiempos prehispánicos.

En cuanto a la rematriación de objetos, el principal reto es que, a futuro, continúen los procesos de diálogo con las comunidades indígenas para comprender el significado de los objetos sagrados para ellas y crear los protocolos de conservación que permitan su retorno a los territorios ancestrales, tal y como ocurrió con el pueblo Kogui en mayo de 2025.

 

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