El Galeón San José, un patrimonio para preguntarnos sobre la continuidad de las violencias coloniales
Wednesday, 04 de December de 2024
El 13 de noviembre de 2024, en el Museo Histórico de Cartagena (MUHCA), se llevó a cabo la segunda sesión del ciclo de conversaciones En tiempo de galeones, que ofreció dos paneles: Otros relatos desde los museos para una pedagogía crítica sobre el Caribe y Los movimientos sociales frente al patrimonio.
Durante el último panel, el investigador independiente y ex director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural - IDPC, Patrick Morales Thomas, llamó la atención sobre la oportunidad que se le presenta al país para evidenciar la continuidad de las violencias heredadas de la época colonial, a partir de la historia del Galeón San José.
A propósito, conversamos con Morales Thomas para ampliar su afirmación, la cual vinculó con la situación actual de Getsemaní, barrio de Cartagena.
ICANH: ¿Por qué afirmó que el Galeón San José nos permite hablar de la continuidad de las violencias coloniales?
Patrick Morales Thomas: El contexto del Galeón San José es propicio para conversar sobre las violencias coloniales, porque nos permite pensar, por ejemplo, en una parte fundamental de lo que transportó el galeón: cuerpos como mercancías y las riquezas que salían de América a España. Además, el Galeón San José nos permite reflexionar acerca de las personas que le hicieron su mantenimiento: los habitantes de Getsemaní, formados en oficios tradicionales, como la carpintería de ribera. Ellos estuvieron en contacto con el galeón y su tripulación, la cual, seguramente, se hospedó en Getsemaní, ya que en su época este sector funcionó como un lugar que ofrecía alojamiento a muchos de los que llegaban al puerto. Está muy bien dar la discusión decolonial en torno al Galeón San José, pero creo que hay que pensar en situaciones que están afectando a la gente hoy en día, a los habitantes de Getsemaní, cuyos oficios tradicionales - que permitieron atender al galeón - desaparecieron por cuenta de la expulsión de los habitantes locales del barrio y de las políticas patrimoniales asociadas a sectores históricos. Si no nos hacemos preguntas desde el presente, el galeón correría el riesgo de quedarse muy anclado en la época colonial y no nos permitiría extender la reflexión sobre la continuidad de las violencias coloniales.
ICANH: Ha hecho referencia a algunas preguntas que podemos hacernos hoy, como sociedad, a partir del contexto histórico del Galeón San José. ¿Qué otras podemos formularnos?
P.M.T. Creo que debemos preguntarnos, con claridad y certeza, cómo se dan las continuidades de las violencias coloniales en el presente, en poblaciones concretas y en tiempos delimitados. Si queremos ubicar un fenómeno puntual, es el de la gentrificación. La expulsión de población local en centros históricos y en lugares tradicionales en Europa, por ejemplo, prueba la clara continuidad de políticas coloniales. La población que es expulsada, por lo general, es racializada. Por ejemplo, lo que sucede en los barrios negros en Nueva York o en el mismo Getsemani, un barrio en el que habitó población esclava y liberta, y donde las segregaciones socio-espaciales racializadas vienen desde la colonia y llegan hasta el presente por la vía del fenómeno de la gentrificación. Tenemos que preguntarnos sobre las razones de esta continuidad de violencias coloniales y por qué no hemos hecho una reflexión sobre cómo estas continuidades tienen relación con las políticas patrimoniales.
ICANH: ¿Y cuál es esa relación? Hablando puntualmente de Getsemaní.
P.M.T. Lo que ocurre en Getsemaní está directamente ligado a las políticas patrimoniales, que privilegiaron a las grandes casas del centro histórico y vieron en la arquitectura de Getsemaní un asunto menor, porque se apreciaba mucho más la monumentalidad y la llamada arquitectura excepcional. Al considerar de esta manera al barrio, habitado por personas que tenían unos modos particulares de reivindicar el territorio, fue algo molesto para la idea de convertir a Cartagena en centro turístico, sobre todo en la década de los 70 del siglo pasado. Para ese momento, el mercado público de Getsemaní constituía un problema para las políticas turísticas y patrimoniales y tenía que desaparecer. Son hechos que demuestran la continuidad de las violencias coloniales, porque en ese periodo, por ejemplo, no sabían qué hacer con el arrabal, como denominaban al barrio, ya que eran consideradas personas ??complicadas?? a los ojos de las autoridades de la colonia. Y buscaron desterrarlas y desaparecerlas. Getsemaní tiene hoy en día el mismo número de habitantes de la época del Galeón San José: 671 personas. En 1978, tuvo cerca de 12.000. Estamos viviendo un drama humano, una expulsión completa de un universo de sentido, construido durante cuatro siglos a partir de múltiples influencias, como las sirio-libanesas, judías, afrodescendientes, urbanas, de los Montes de María, de las islas del Gran Caribe. Ese universo de sentido se está perdiendo frente a nuestros ojos y nadie dice nada.
ICANH: Teniendo en cuenta lo que nos explica, ¿qué se podría hacer por Getsemaní?
P.M.T. La única manera para que la gente de Getsemaní pueda permanecer en el barrio es impulsar una norma urbana que regule el uso del suelo. La gentrificación impulsa la especulación sobre el precio de los terrenos y sus usos. Es decir, no se deberían abrir más bares y hoteles. Y esa norma podría facilitar la creación de incentivos para quedarse a vivir en Getsemaní, como sucede en todos los centros históricos del mundo: que no se paguen servicios públicos tan caros, por ejemplo, y contar con exoneración del impuesto predial.
Además, es necesario romper con las categorías del patrimonio, divididas en material e inmaterial, y movilizar una visión más integrada. Los patrimonios tienen que referirse a los sistemas de vida, en la relación entre lo material y lo inmaterial. Separar la materialidad de la inmaterialidad le quita la potencia de entender que los patrimonios se relacionan con nuestras vidas: la materialidad de una casa pasa por la memoria y las emociones. Un ejemplo: el juego de la bola ??e trapo de Getsemaní es un ??béisbol adaptado??, por decirlo de alguna manera. Y se juega en la Playa del Arsenal, detrás de las murallas, las cuales sirven para que rebote la pelota. De esta manera, la gente no separa la muralla, ese patrimonio material, de la vida y las expresiones culturales. Todo está ligado a la espacialidad. Hay que ver a Getsemaní no como un patrimonio inmaterial, exclusivamente, sino como un sistema de vida.
ICANH: En su intervención hizo una relación entre las casas altas de Cartagena y el Galeón San José. ¿En qué consiste ese paralelo?
P.M.T. Consiste en que, probablemente, el Galeón San José transportó bienes extraídos con violencia de América. Las casas altas de Cartagena, vistas como las más excepcionales, se lucraron de esos mismos bienes y mercancías. Ambos elementos formaron parte de un circuito comercial que enriqueció a unos a costa de otros. Por eso es extraño que las políticas patrimoniales se enfoquen casi exclusivamente en declarar los centros coloniales como un patrimonio de la nación. ¿Por qué la mirada se sigue fijando de manera tan preponderante en la arquitectura colonial? No solo ocurre en Cartagena, sino en otros lugares de Colombia, como Barichara, Bogotá, Cartagena, Santa Marta y Mariquita, entre otros. Según la gran mayoría de los Planes Especiales de Manejo y Protección (PEMP), lo que se debe proteger son los sectores coloniales, como si no existiera nada más. Por ejemplo: en la localidad de Bosa, en Bogotá, está declarado como patrimonio el centro fundacional, que son seis cuadras a la redonda, de arquitectura colonial. Pero es necesario pensar en los sitios sagrados indígenas por ejemplo y en la relación de los habitantes de Bosa con los ríos y humedales, entre otros patrimonios. Lo colonial, a fin de cuentas, nos habla de las violencias históricas que seguimos experimentando en el presente.
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